El mar, la soledad del mar,
rodeada de islas,
poblada de viajes.
¡La hemos vuelo a hallar!. ¿Qué?.
La Eternidad.
Es la Mar mezclada con el sol.
A. Rimbaud.
Una piel como hecha de jazmín...
Aquel atardecer de agosto -¿era agosto...?
Apenas me acuerdo ya de los ojos; eran, creo, azules...
Ah¡ sí, azules; un azul de zafiro.
K. Kavafis.
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estas, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
J.R. Jiménez
Desde una gradería de oro -entre los cordones
de seda, las gasas grises, los terciopelos verdes y los discos
de cristal que se oscurecen como el bronce 
bajo el sol- veo abrirse la digital sobre un tapiz
de filigranas de plata, de ojos y cabelleras.
Monedas de oro amarillo sembradas sobre el ágata,
pilares de caoba que soportan una cúpula de esmeraldas,
manojos de rasos blancos y finas varas de rubí
rodean la rosa del agua.
Semejantes a un dios con enormes ojos azules
y con formas de nieve, el mar y el cielo atraen a las terrazas
de mármol la multitud de jóvenes y fuertes rosas.
A. Rimbaud
He aquí, pues,
al creado para las pequeñas Kores y las islas del Egeo,
     el amante del brinco de las corzas
y el adepto de las hojas de olivo.
Odisseás Elytis
Esto es el mar
Saludando allá lejos la eternidad
Saludando a los astros olvidados
y a las estrellas conocidas.
V. Huidobro.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
K. Kavafis.
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece, según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios, 
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
donde los barcos llegan y se van.
M. Benedetti.
Si no es el mar, sí es su imagen,
su estampa, vuelta, en el cielo.
Si no es el mar, sí es su voz
 delgada.
P. Salinas.
Paz sobre la constelación cantante de las aguas
Entrechocadas como  los hombros de la multitud
Paz en el mar a las olas de buena voluntad
Paz sobre la lápida de los naufragios
Paz sobre los tambores del orgullo y  las pupilas tenebrosas.
V. Huidobro.
Y desde entonces me sumergí en el Poema
de la Mar, infundido por astros, y lactescente,
devorando los azures verdes, donde, como flotación 
pálida y arrebatada, un ahogado pensativo a veces desciende
donde., tiñendo de pronto las azuldades, delirios
y ritmos lentos bajo las rutilaciones del día, 
¡más fuertes que el alcohol, más vastos que nuestras liras,
fermentan los rojos amargos del amor
A. Rimbaud
¡He visto el sol poniente manchado de horrores místicos,
iluminando los largos coágulos violetas,
y, semejantes a esos actores de antiguos dramas, 
las olas rodando a lo lejos su batir de postigos!
Yo conozco los cielos que estallan en relámpagos, y las trombas
y las resacas, y las corrientes; conozco el atardecer, 
el Alba exaltada igual que una multitud de palomas,
¡y he visto algunas veces lo que el hombre creyó ver!
Le Bateau  ivre.- A. Rimbaud
En la boca reseca el gusto
de la sal de todos los mares.
La sal que dejaron las olas
de los días al derrumbarse.
J. Hierro.
Necesito del mar porque me enseña;
no sé si prendo música o conciencia;
no sé si es ola o mar profundo
o solo ronca voz deslumbrante
suposición de peces y navíos.
P. Neruda.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades,
allí su amor tan solo era pretexto vago
con sonrisa de antaño, ignorado de todos.
Luis Cernuda.
Da el mistral la vela
al mar,
las caricias de los cabellos
a la indolencia de su sueño
Odisseás Elytis
Con ancho pie pisó en las aguas el orgulloso y gran Torreón.
La Línea del Horizonte fulguró visible y densa e impenetrable.
Odysseás Elytis

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